Sentimientos que aparecen y desaparecen
Qué difícil fue aprender a quedarse en casa, trabajar, estar en la escuela, en la facultad. Cuántos cambios debimos hacer, lugares de la casa a acomodar. Cuánto lio con internet y los dispositivos, y las discusiones sobre a quién le toca usarlo. ¡Y las rutinas de higiene para entrar a casa después del súper! El esfuerzo de creatividad para celebrar cumpleaños o acompañar a los que están solos. Cuánta preocupación por los abuelos. El miedo de perder el trabajo o parte del sueldo. Los planes postergados o perdidos. Adaptarnos y volverlo a hacer. Sentimientos que aparecen y desaparecen. Pensamientos que aturden y que tratamos de callar. Malestares físicos con los que aprendimos a convivir. Todo esto supuso un gran esfuerzo por parte nuestra: cognitivo (aprendizajes nuevos), conductual (cuidarnos), físico, emocional.
Hoy vamos hablar de lo emocional: 60 días de muchos sentimientos y emociones: ansiedad, miedo, desánimo, enojo, indignación, bronca… y ANGUSTIA. ¡Claro que todo esto ANGUSTIA!, no sólo el miedo a enfermar o morir. ANGUSTIA no saber qué va a ocurrir el día que volvamos a salir sin restricciones. A los niños y adolescentes les angustia no saber si van a poder retomar sus actividades habituales y estar con sus amigos como siempre (jugar, compartir salidas). A los adultos nos angustia no saber cuál va a ser la situación laboral y económica. A los ancianos les angustia estar solos y en constante peligro. ¡Y tantas otras angustias!
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No debemos negar las emociones. Nadie te puede decir qué es lo que te tiene que angustiar, enojar o molestar. Las emociones no las podemos manejar como queremos. Allí están y está contraindicado negarlas, eso nos daña anímicamente y nos enferma físicamente.
¿Qué podemos hacer con las emociones?:
● Reconocerlas y recibirlas con amabilidad. Son parte esencial de nuestra naturaleza humana.
● No combatirlas. No debemos luchar para que desaparezcan; no son nuestras enemigas, por el contrario, son nuestras aliadas, ellas nos muestran cómo estamos y qué necesitamos.
● No taparlas o minimizarlas. Sino enfermamos.
● No quedar pegados a ellas. Reconozco que la situación angustia o enoja, pero no quedo pegado rumiando todo el tiempo sobre el malestar que me genera, porque quedamos enroscados, y perdemos perspectiva y claridad.
Cada uno es distinto y tiene un vínculo distinto con las emociones. Nadie puede decirnos qué sentir o no sentir